Felip Pedrell, nacido en Tortosa el 19 de febrero de 1841, fue un musicólogo y compositor. Si bien su talla como compositor no pasó de mediocre, fue un prolífico escritor, musicólogo, historiador, académico, director de orquesta y pedagogo que desplegó una incansable actividad durante sus ochenta años de vida.
Fue profesor en el conservatorio de Madrid y académico de la de Bellas Artes de San Fernando. Construyó casi en solitario las bases de la musicología española contemporánea. Compuso una docena de óperas en varios idiomas (castellano, catalán, italiano y francés), poemas sinfónicos, zarzuelas, canciones, obras camerísticas, corales y religiosas, etc.
En 1859, con motivo de la Guerra de Marruecos, compuso La voz de España, loa patriótica con letra del también tortosino Antoni Altadill:
“Ven sí, mi heroica, mi marcial bandera;
que, de nuevos laureles coronada,
yo haré que en Fez hoy brilles altanera,
cual brillaste en los muros de Granada,
triunfante enseña de Isabel primera (...).
¡Al África, españoles!, si desdora
hoy torpe mancha el pabellón ibero
¡a lavarla volad con sangre mora
vertiéndola a torrentes vuestro acero!
Y enseñe España a la engañada Europa,
de su enojo vibrando el fuerte rayo,
que es digna patria y madre todavía
del Cid y de Cortés y de Pelayo (...).
¡Al África, españoles!, arde el pecho
en vengadora saña
y su brillo recobre nuestro nombre
el grito vengador de ¡VIVA ESPAÑA!”
El año siguiente, al regreso del victorioso ejército de África, escribió un Himno a los voluntarios catalanes.
Su principal actividad la desarrolló en recuperar y sistematizar el legado musical español con el doble fin de evitar su desaparición y de procurar su conocimiento para que, con él como base, se pudiese construir una escuela musical española arraigada en su propia tradición. Escribió obras de erudución y magnitud monumentales, como el Diccionario bio-bibliográfico de los músicos españoles, Hispaniae Schola Muscia Sacra, El teatro lírico español anterior al siglo XIX, la edición de los obras completas de Tomás Luis de Victoria (el más grande polifonista español del siglo XVI), Emporio científico e histórico de organografía musical antigua española, Antoligía de organistas clásicos españoles y el Cancionero musical popular español.
También editó importantes publicaciones periódicas de musicología como Salterio Sacro-Hispano, Ilustración Musical Hispano-Americana y La música religiosa en España.
Publicó el más importante texto del siglo XIX español, su ensayo Por nuestra música, en el que explica y proclama la necesidad de crear una tradición lírica nacional a la altura de las que, siguiendo la revolucionaria estela de Wagner, brillaban en aquella época en otros países europeos. En este ensayo Pedrell explicó con estas palabras el fin que perseguía con su trabajo:
“Alto patriótico impulso, mucho más alto que el egoísta ´pro domo mea´, guía mi pluma. Si alguien tan estrecho de miras no lo juzga en verdad y así como lo digo, sea: trabajo por mi casa: lo que gane en honores a mi patria se lo entrego: guárdome sólo lo que llevo perdido en paz y sosiego”.
Su testigo fue recogido por la siguiente generación de compositores, que fue la encargada de consolidar la escuela nacionalista española. Dos de sus más eminentes representantes fueron los también catalanes Albéniz y Granados.
Isaac Albéniz, el más importante compositor español del siglo XIX, nació en la localidad gerundense de Camprodón, el 29 de mayo de 1860.
Aunque también compuso óperas, conciertos y piezas pianísticas ajenas a lo español sus más grandes composiciones fueron fruto de esa orientación nacionalista española: Rapsodia española, Suite española, Catalonia, Mallorca, Navarra, Cantos nacionales españoles, España, Serenata española y Cantos de España.
Gravemente enfermo de nefritis crónica, falleció con sólo cuarenta y nueve años en la localidad francesa de Cambó-lesBains el 18 de mayo de 1909, pocos días después de recibir la visita de su gran amigo Enrique Granados, quien tocaría el piano para él durante aquella emocionada y triste despedida.
Granados había nacido en Lérida el 27 de julio de 1867. Con dieciséis años empezó a estudiar composición con Pedrell. Aunque compuso varias zarzuelas y algunas obras para orquesta, lo fundamental de su producción lo dedicó al piano, instrumento al que legó las páginas por las que ha pasado a la posteridad: Escenas románticas, Danzas españolas, Seis piezas sobre cantos populares españoles y Goyescas.
Ante el éxito cosechado por Goyescas, Granados escribió una ópera tomando como base dicha obra. Aunque tenía previsto estrenarla en París la Primera Guerra Mundial le obligó a sustituir París por Nueva York, en cuyo Metropólitan tuvo lugar el estreno el 26 de enero de 1916.
El presidente Wilson le invitó a dar un recital en la Casa Blanca, motivo por el cual hubo de retrasar su viaje de regreso a España.
Embarcó hacia Liverpool, donde trasbordó al Sussex para pasar al Continente, pero el barco fue torpedeado el 24 de marzo en el Canal de la Mancha por un submarino alemán. Granados consiguió subir a un bote, pero murió junto a su mujer al lanzarse al agua para salvarla.
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ResponderEliminarTodo un genio.
Y sí, sus piezas tienen nombres como "Jerez", "Sevilla", "Córdoba", "Asturias", "Navarra", "Aragón", "Cataluña" o incluso "Cuba", que formaba parte de España en esa época.
Tengo curiosidad por ver cómo se aprende esto en las escuelas catalanas hoy.
No conocía la historia de mi paisano Pedrell!!! Qué mal que voy. Gracias por difundirla... Otra muestra más de que una cosa es la catalanidad y otra muy distinta el nacionalismo.
ResponderEliminarEl mensaje anterior era mío, que aquí no tengo cuenta y salgo como "anónimo".
ResponderEliminarSaludos,
Mites
"Tengo curiosidad por ver cómo se aprende esto en las escuelas catalanas hoy. "
ResponderEliminarEs bien facil: estudia, aprende y medita, en lugar de expresar prejuicios propios de un ingnorante (confeso).