miércoles, 2 de mayo de 2012

Víctor Balaguer reniega del catalanismo político




En el Discurso presidencial de los Juegos Florales de 1900 Víctor Balaguer reniega del catalanismo político:

“Franca y explícitamente, pues, declaro que no soy catalanista, aunque sí catalán ferviente y convencido de corazón y de raza, como quien más lo sea y pueda serlo (…). No pertenezco al bando de los catalanistas, ni habito en sus falansterios, ni comulgo con ellos, ni acepto el programa de Manresa, ni creo en el himno de “Los Segadores”. La primera evolución del catalanismo estaba dentro de los Juegos Florales. Mientras no se apartó del terreno literario, pisaba en firme y gozaba de todos sus derechos (…) Pero ya ahora, desplegada su bandera política debe pasar honradamente a otro campo a luchar por sus ideales, que respeto, pero que deploro, abandonando aquél donde sólo pueden sonar voces de paz y concordia y no de odio y venganza”.

Catalanes en todas las gestas militares españolas


Los catalanes, tras la unión de las Coronas de Castilla y Aragón, participaron en las gestas militares de las armas españolas. Encontramos catalanes en la toma de Granada en 1492. Igualmente, acompañaron al Gran Capitán en la reconquista de Calabria (1502-1503) y en la conquista de Navarra (1512).
Cabe mencionar al tortosino Joan de Aldana, que fue militar al servicio de Fernando II y de Carlos I. Llegó a ostentar el cargo de Coronel mayor del tercio español de los italianos.

Soldados catalanes estuvieron presentes a lo largo de todo el siglo XVI en las campañas de Túnez o en la represión de la revuelta morisca de Granada entre 1567 y 1572.

En ningún lugar se celebró con tanto entusiasmo la Batalla de Lepanto (1571) como en Cataluña, de la que dura la devoción al Cristo de Lepanto en la Catedral de Barcelona. Aunque la fama de esa batalla se la llevará el joven Juan de Austria, uno de los grandes artífices de la victoria fue el catalán Luis de Recasens.

En la Orden del Hospital, que dominó la Isla de Malta durante tres siglos, varios de sus Grandes Maestros fueron catalanes. O sea, que los catalanes participaron en la consolidación del incipiente imperio español.

Antes de la unión de las dos Coronas en el siglo XV, Cataluña formaba parte de la “comunidad hispánica”, en palabras de Juame Vicens Vives, y estaba acostumbrada a cooperar en las gestas y empresas comunes con otros reinos. El historiador catalán señala que:

“La libertad de acción que a cada miembro de la comunidad hispánica medieval daba el hecho de sentirse solidario de una misma causa –como es principalmente la destrucción de la potencia de los ejércitos africanos en la península durante los siglos XII y XII-, sin vasallajes mutuos, permite enfocar bajo una nueva y agradable luz los continuados reclamos de castellanos, portugueses y catalanes a España y a los hechos españoles (…) Por tanto, el pluralismo medieval hispánico no provocó ni agitaciones, ni topadas, ni quebraderos de cabeza entre castellanos y catalanes”.

Cataluña, América y la Hispanidad (II)




Siempre ha resultado sorprendente la contradicción entre el desprecio de los nacionalistas hacia la conquista de América y el entusiasmo ante la posibilidad de que Colón fuera catalán y no genovés. La bibliografía al respecto no ha dejado de crecer y presenta desde teorías estrafalarias hasta otras con mayor interés. Sin entrar en el tema, lo que sorprende ante el entusiasmo del lugar de nacimiento de Colón, es el olvido constante de todos aquellos catalanes que participaron en los primeros viajes colombinos.

El monumento dedicado a Colón en Barcelona, en el Portal de la Paz, al final de las Ramblas, es de sobra conocido. Aunque el público en general no atiende al grupo escultórico de la base, éste nos ilustra sobre el papel de algunos  catalanes en el descubrimiento de América. El monumento  fue diseñado por el arquitecto Cayetano Buïgas, padre de Carlos Buïgas, el ingeniero que diseñó las famosas fuentes luminosas de Montjuic. Buïgas era un hombre tradicional, católico y carlista. Aunque el encargo fue realizado en época de la República, la impronta tradicional  queda reflejada en el monumento. Una de las esculturas de la base representa al Padre Boil. Era un ermitaño que había sido aceptado por los benedictinos de Montserrat. Fue nombrado el primer Vicario General de las Indias y contó con doce monjes montserratinos que fueron los primeros evangelizadores de América. De hecho, las tres primeras iglesias levantadas en América estaban dedicadas a Montserrat, a Santa Tecla (patrona de Tarragona) y Santa Eulalia (patrona de Barcelona).

Otra de las esculturas representa a Pedro (Bertran) Margarit. Fue el jefe militar durante la segunda expedición de Colón y acabó siendo gobernador de La Española. De él tomaron nombre las Islas Margaritas en el Caribe.

Una tercera escultura corresponde a Luis de Santángel, valenciano de nacimiento y tesorero real de Aragón, quien financió una parte muy importante del primer viaje de Colón. Su firma aparece, como secretario, en las capitulaciones de Santa Fe.

La cuarta corresponde a Jaume Ferrer de Blanes, uno de los cosmógrafos reconocidos internacionalmente en la época. De él nos ha quedado una carta de Colón en la que habla de “ésta nuestra España”. También de Jaume Ferrer será el primer mapamundi en el que se incluye América. La Corona de Aragón contaba con una buena tradición de cartógrafos pues, por ejemplo, Américo Vespucio utilizó el mapamundi del mallorquín Gabriel de Vallseca. Esta tradición facilitó el proyecto del viaje de Colón.

Otro misionero catalán de los primeros viajes fue Fray Ramón Pané. Actualmente es considerado el primer etnógrafo europeo en América por su obra Relación acerca de las antigüedades de los indios, que también fue traducido al catalán.

Sabemos de otro catalán, Miguel Ballester, que fue el alcalde de la fortaleza de la Concepción de la Vega en la Isla de La Española (actualmente República Dominicana y Haití). Ballester, haciendo honor al espíritu catalán, creó el primer ingenio destinado a la producción de azúcar a partir de la caña.

En el primer siglo de la conquista de América son muchos los catalanes que aparecen como protagonistas. Algunos, como Joan d’Espés, que firma unas capitulaciones de Carlos V para el establecimiento de “Nueva Andalucía” en América. Bartolomeu Ferrer fue jefe de la expedición que marchó de Tehuanpetec hasta la futura Oregón. También encontramos otros aventureros como Jaime Rasquí, que proyectó una expedición al Río de la Plata allá por 1550. O descubrimos misioneros catalanes como Josep Alemany Cunill, que evangelizó Nevada, o Miquel Doménech Veciana, misionero en Missouri; o los jesuitas Josep Paramàs, Bernat Ibáñez, Dídac González y Josep Solís que evangelizaron a los indios guaraníes en el Alto Panamá en el siglo XVIII.

Son tantos los nombres que la lista sería interminable.