Los primeros Juegos Florales se celebraron en Barcelona en
1859.
Fueron tomados como una restauración de los antiguos juegos
medievales y como una manifestación visible del renacimiento de la lengua
catalana.
Lo cierto es que los Juegos Florales ya estaban extendidos
por muchas ciudades de toda España.
Estos primeros Juegos fueron presididos por el obispo, el
vicerrector de la Universidad y el alcalde de Barcelona. El alcalde, José de
Santamaría, en una breve intervención en castellano inauguró el evento. A
continuación, Milà i Fontanals, en lengua catalana, también en un breve
discurso expresó la fidelidad del Ayuntamiento de Barcelona a la nación
española. El discurso intentaba disipar
las dudas de aquellos que esperaban que el ensalzamiento del catalán generaría
discordias o negaba la españolidad de los catalanes:
“…y si en este sentimiento alguno quisiese ver peligros y
discordias o una disminución del amor a la patria común, podríamos responder
que fueron catalanes muchos de los que ensangrentaron las aguas de Lepanto y de
los que cazaron a las águilas francesas; y podríamos repetir un aforismo ya
usado al tratar de uno de los mejores catalanes y más ardientes españoles que
ha habido jamás (Antoni Capmany): No puede amar a su nación quien no ama a su
provincia”.
Luego habló Antonio
de Bofarull y se preguntó, refiriéndose a España:
“¿Qué es la nación, sino una gran familia?”
Para luego
argumentar que el padre tiene que contemplar a todos sus hijos, en alusión a
que en España se debería respetar que sus hijos catalanes escribieran en
catalán. En ningún momento se puso en duda la españolidad de Cataluña.
Aquellos primeros
Juegos Florales se han mitificado y presentado como un acontecimiento que aunó
a toda Cataluña para el “renacimiento” de su conciencia colectiva. Pero lo
cierto es que los Juegos tuvieron una fuerte oposición entre muchos literatos
catalanes. Este rechazo se produjo sobe todo en jóvenes autores que normalmente
escribían en catalán pero que no soportaban el carácter medievalizante y conservador
de los organizadores.
Cómo ha cambiado la cosa. De una mera petición de respeto para segúnq ue derechos a la invención de ibñigaciones para España que, sumisa, tiene a su autodestrucción en aras de una doctrina que, en verdad, nunca existió. Falata mano dura, ya lo digo yo.
ResponderEliminarUn saludazo.
Es la inversión nacionalista de la Historia. El texto de Maragall que citas en casa de Elentir simplemente "no existe" :P
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