martes, 1 de febrero de 2011

Manuel Milà i Fontanals


Nacido en Villafranca del Penedés, el 4 de mayo de 1818. Literato, filólogo e historiador, y una de las figuras fundamentales de la Renaixença.
Doctorado en Filosofía y Derecho en la Universidad de Barcelona.

Gran estudioso tanto de la literatura grecolatina como de la que se producía en sus días en Europa, comenzó a publicar en los periódicos barceloneses artículos de crítica y composiciones propias en el estilo romántico por entonces en boga. Sus dos ídolos literarios fueron Alessandro Manzoni, autor de la más importante novela del XIX italiano, I promessi sposi, y Walter Scott, figura clave del romanticismo, creador de la novela histórica y modelo a seguir por numerosos autores coetáneos y posteriores en toda Europa. Sus baladas y novelas inspiradas en el paisaje, la historia y las leyendas de su Escocia natal originaron en Milà el interés por el pasado histórico y literario de Cataluña.

Hombre profundamente religioso y de ideología conservadora, no se ocupó nunca de los asuntos políticos, dedicando todo su tiempo y energía al estudio. Su producción literaria y erudita fue ingente. Publicó manuales de literatura universal y española de calidad desconocida hasta entonces; artículos de crítica en la Revista de la Literatura Nacional Española y en otras publicaciones; recopilaciones de romances y canciones en castellano y catalán; ensayos sobre poesía popular en ambas lenguas; ensayos sobre estética, poética, historia, teatro, literatura medieval y trovadoresca; sobre diversos autores pasados y presentes (Tirso de Molina, Scott, Manzoni, Cervantes, Schiller…). Una de sus obras cumbre fue De la poesía heroico-popular castellana, imperecedero monumento a la tradición épica en dicha lengua.

Escribió versos en castellano y catalán, entre ellos La Cansó del pros Bernat, poema épico de gran influencia entre los autores coetáneos. Sin embargo, su producción en catalán fue escasa, no llegando sus poemas en dicha lengua a una docena. Milà en un principio fue reacio a utilizar el catalán, lengua que él denominaba lemosín, para sus ejercicios poéticos, pero acabó decidiéndose a ello, si bien esporádicamente, tras el ejemplo de Aribau.

Fue un caso ejemplar de lo que, en tiempos posteriores, denunciarían los autores nacionalistas: muchos catalanes de su época cantaban las bellezas de la tierra catalana y las glorias de su historia en la única lengua que para ello estimaban posible, la castellana. Incluso se lamentaban del desuso de la lengua catalana aunque ellos mismos no la utilizaran e incluso llegaran a cantarla en versos castellanos. Ello estaba causado por la muy arraigada costumbre de considerar la castellana como única lengua de cultura para cualquier español, incluidos los habitantes de las regiones bilingües. En ello no había presión ni represión por parte de ningún gobierno.

Uno de los principales ideólogos del nacionalismo catalán, Antoni Rovira i Virgili, no tuvo más remedio que admitir, en su Resum d´història del catalanisme, que fueron los propios escritores catalanes de los siglos XV al XIX los que decidieron voluntariamente expresarse en castellano:

“Aquellos hombres, sin embargo, que amaban a Cataluña y la lengua catalana, emplearon casi siempre el castellano como lengua literaria, y creían todos que el catalán era una lengua muerta para la literatura”.

Otro eminente nacionalista, Prat de la Riba, se lamentó de la actitud de aquellos autores decimonónicos porque “lloraban los males de la lengua catalana y en su casa hablaban el castellano”.

Milà fue uno de los organizadores de la restauración de los Juegos Florales de Barcelona, que en 1859 rescataron del olvido de siglos algunos amantes de las letras catalanas. Por su prestigio, Milà fue elegido presidente de aquella histórica recuperación, así como de la conmemoración del vigésimo quinto aniversario, en 1883, pocos meses antes de morir.

En el discurso inaugural de aquellos primeros Juegos Florales, Milà expuso los objetivos perseguidos y el ánimo que movió a los organizadores:

“Hacía ya tiempo que muchos se dolían del olvido de los Consistorios del Gay Saber, más conocidos con el nombre de Juegos Florales; y con mucha razón, según ha demostrado el feliz y cada día más extendido cultivo poético de la lengua catalana y de los dialectos hermanos del mediodía de Francia. Gracias a uno de los presentes, catalán de corazón, que no ha parado hasta que ha visto realizados sus buenos proyectos, y gracias a la protección de los dignos sucesores de los consejeros, hoy, pasados algunos siglos, renace aquella antigua institución literaria (…). Con un entusiasmo acompañado de un poco de tristeza, le damos a esta lengua una fiesta, le dedicamos un filial recuerdo, le guardamos al menos un refugio. A los que nos recuerdan las ventajas que comporta olvidarla, diremos que a estas ventajas preferimos tener un sentimiento en un rincón de nuestros pechos, y si en este sentimiento alguno quisiese ver peligros y discordias o una disminución del amor a la patria común, podríamos responder que fueron catalanes muchos de los que ensangrentaron las aguas de Lepanto y de los que cazaron a las águilas francesas; y podríamos repetir un aforismo ya usado al tratar de uno de los mejores catalanes y más ardientes españoles que ha habido jamás (Antoni Capmany): No puede amar a su nación quien no ama a su provincia”.

Además de su labor como enseñante y escritor durante cuatro décadas, fue miembro de la Academia de Buenas Letras de Barcelona, de la Real Academia Española y de la Real Academia de la Historia. El Gobierno de la nación, por sus méritos, le concedió la Gran Cruz de la Orden de Carlos III y la de Isabel la Católica. Entre sus discípulos se hallaron figuras prominentes de la siguiente generación de literatos de la Renaixença, como el obispo Torras y Joan Maragall, así como quien continuaría de forma extraordinaria su labor de reivindicación de la cultura y la historia de España: Marcelino Menéndez Pelayo.

Falleció en su localidad natal el 16 de julio de 1884. Algunos años después fue erigida en Villafranca una estatua de Milà en el momento de ser coronado por dos figuras que encarnan la poesía catalana y la épica castellana.

Josep Torras i Bages escribiría sobre su fallecido maestro:

“Su mayor placer, fuera de la contemplación de las cosas divinas, lo hallaba en el amor a Cataluña y a España”.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Fantastico sitio un andaluz!

Anónimo dijo...

Gràcies per mostrar-nos la nostra història, sense interferències polítiques!

Ricardo dijo...

Excelente lectura ..un saludo de Ultramar.

Javi Hispánico dijo...

Gracias y un saludo a los tres.

Anónimo dijo...

Don javier. Debe hacer un articulo sobre la letra de la canción El meu vi y a que soldados estaba dedicada.

Y otro artículo sobre el último destamento español en California, esto es, la basta región que era nuestra provincia de Nueva España que incluia desde actual provincia Veracruz(Mexico) llamada la alta california y la California Baja que es la actual costa oeste de los EE UU como los estados de California... pasando por la Columbia británica(Cánada)hasta Alaska. Parece ser que los últimos españoles que defendieron estos territorios eran voluntarios catalanes, sobre todo sé que en Alaska si que fueron y en la baja California y Texas. Creo que las unidades se llamaban Batallones de voluntario catalanes de Dragones de Cuera o algo así.

Visca Espanya.

Anónimo dijo...

http://www.angelfire.com/co2/muzaraque/cosas/malasp/malasp.htm

asi puedes encontrar varias páginas tanto en Alaska como California, Texas...

Anónimo dijo...

http://www.google.es/search?q=voluntarios+catalanes+en+alaska&hl=es&source=hp&aq=f&aqi=&aql=&oq=

Javi Hispánico dijo...

Gracias por la información. No tenía ni idea de la historia de eso heróicos catalanes. Tengo que hacer un artículo sobre ellos, sí.

Y sobre la letra de la canción de "El meu avi" algo tengo ya escrito...Ya lo publicaré más adelante.

Un saludo!