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Escultura de Víctor Balaguer en el Parc de la Ciutadella, en Barcelona.
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Víctor Balaguer publicó en 1893 su obra “Añoranzas”, en la
que podemos leer:
“Yo soy, bien lo sabe usted, un catalán empedernido y
recalcitrante. Cada día amo más a mi país, y más lo venero (…) Y no vale decir
todo esto que ahora se estila de patria chica y patria grande, clasificación
que nunca entendí, y que jamás entró en mi pobre magín. ¿Qué quiere decir esto
de patria chica, o patria grande? La patria es única: es una sola, y ésta es
siempre grande. ¡Mi patria! Para mí es la mayor de todas. ¡Mi patria! Yo no
conozco más que una. La otra, grande o chica, será patria de los demás; nunca
mía. Lo que hay es que una cosa es la patria (España) y otra el hogar
(Cataluña); como una cosa es la sociedad y otra la familia. ¿Soy yo por ventura
regionalista como ahora se dice? No lo sé. Creo que sí, pero en el sentido y
con el alcance que yo doy a la voz regionalismo, que todavía no ha definido ni
fijado la Academia. Soy, sí, regionalista;
pero no de esos al uso. No lo soy hasta el punto de faltar a mi patria española
por mi hogar catalán, que la patria está por encima de todo; lo soy sí, hasta
el punto de que por el amor a mi patria no he de olvidar el amor a mi hogar (…)
(Respecto a los castellanos) Lo que no tenemos es el mismo hogar. Cada uno,
desde el nuestro, desde el seno de nuestra familia, acudimos a orar en el
templo que nos es común, y allí al pie mismo del altar, comulgamos juntos en
nuestro amor a España. Siempre me oyó usted hablar de esta manera ¿no es
verdad? ¡Así Dios me conserve mi patria, y en ella siempre, siempre, mi
hogar!”.
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