lunes, 1 de agosto de 2011
Cataluña hizo a Hispania
(…) fue en la Cataluña de ahora donde se inició la romanización intensiva de la Península; fueron los catalanes de entonces quienes más ayudaron al éxito político y espiritual de Roma en España y a su explotación integral de la patria hispana, y fue la gran ciudad, umbilicus político y cultural del país, a la sazón, Tarraco, el centro más activo a la par de romanización y de unificación de los peninsulares.
Sí; Tarragona fue en verdad el puerto y la puerta de Roma en Hispania. Hijos de las tribus que habitaban en el solar de la Cataluña contemporánea formaron cuerpos auxiliares que ayudaron a los generales romanos a vencer y someter a los vascones, a los celtíberos, a los lusitanos y a los otros pueblos de Hispania.
Y en Tarraco se reunieron durante más de trescientos años, en los "concilio" o asambleas provinciales, los representantes de las ciudades y de las tribus, todas de la mayor parte de la Península hispánica; en ellas convivieron anualmente, durante más de tres siglos, gentes venidas de Lugo y de Granada, de Cartagena y de Cantabria, de Vascongadas y de la Mancha, de Braga y del Pirineo aragonés, de Navarra y de Asturias. De la llanura castellana y de los llanos de Valencia, del celtíbero Moncayo y de Sierra Nevada, del Ebro y del Tajo, de Astorga y de Gerona.
Roma hizo a Hispania desde la zona catalana de la tarraconense. Durante los largos siglos de señorío de Roma fue, desde ella y por su intermedio, como se articuló la unidad española. Mucho antes de que Andalucía o Castilla sirvieran de centros catalizadores de la inicial diversidad peninsular había cumplido igual misión la Cataluña de hace dos mil años.
Fuente:
“España, un enigma histórico”, Volumen 2, página 431, Claudio Sánchez Albornoz.
Narciso Monturiol i Estarriol
Nacido el 29 de septiembre de 1819 en Figueras, provincia de Gerona, pasaría a la historia por inventar el submarino, aunque no se desarrollaría por completo durante su vida.
Tras unos estudios jurídicos, por los que no mostró interés, Monturiol se dedicó a las ciencias naturales y a la política. Admirador de Étienne Cabet fundó los primeros periódicos comunistas de España: El Padre de Familia y La Fraternidad. A causa de su participación en los sucesos revolucionarios de 1848 se vio obligado a residir en Francia, de donde regresó poco después para instalarse en Cadaqués.
Fue en dicha localidad gerundense donde, al observar el penoso trabajo de los pescadores de coral, comenzó a reflexionar sobre la construcción de un artefacto que permitiese navegar bajo el agua.
Gracias a las aportaciones de varios amigos logró diseñar y construir en la Barceloneta la nave que bautizó con el nombre de Ictíneo. Tras numerosas pruebas el 23 de septiembre de 1859 se sumergió en Barcelona ante las autoridades y numeroso público. Dado el buen resultado de esta primera prueba, continuó perfeccionando el invento y dándolo a conocer con el fin de obtener ayuda financiera para su desarrollo.
En febrero del año siguiente redactó una memoria sobre los fines perseguidos y los objetivos que iba alcanzando en su trabajo. Éstas son las líneas con las que la concluía.
“¿Qué nos falta para lanzarnos a esta gloriosa conquista? ¿Acaso capitales? Los tenemos sobrados. Personas inteligentes no pueden faltar en nuestra España (…). Creo que nadie duda ya de la regeneración de nuestro país. En otro tiempo la adquisición de las Américas dio renombre a nuestra patria, hizo de nosotros la primera de las naciones; y a pesar de nuestras desgracias, somos la nación que más gloria ha dado a la humanidad. Continuemos, pues, en nuestra grande misión de descubrir nuevos mundos, y digamos a los orgullosos extranjeros que todavía hay el germen de Colón en nuestra patria, y que si entonces produjo grandes hombres, también ahora hará brotar de nuestro suelo nuevos Elcanos, que tanto enaltecieron el nombre español”.
Monturiol se lamentó de la escasa atención que recibió su invento por parte del Ministro de Marina y del director de Ingenieros de dicho Ministerio.
En septiembre de 1860 realizó un nuevo ensayo, esta vez ante el presidente del Gobierno, O´Donnell, quien mostró interés por las posibles aplicaciones militares del invento.
El 29 de enero de 1861 Monturiol dirigió una carta a la reina Isabel II solicitando que su invento fuese expropiado por causa de utilidad pública:
“En el interés del descubrimiento, de su autor, de la Nación y del Gobierno está la publicidad completa, absoluta, de todo lo que constituye el Ictíneo como vehículo submarino; en el exclusivo del Gobierno que representa la Nación, la propiedad y el secreto de sus medios destructores como arma de guerra. La expropiación por causa de utilidad pública es pues un servicio público, una necesidad manifiesta”.
En marzo se efectuó otra prueba en Alicante ante los ministros de Marina y Fomento, varios parlamentarios y una comisión técnica. La prensa dio popularidad a los trabajos de Monturiol, lo que desembocó en una suscripción nacional iniciada en Barcelona que recaudó en toda España las aportaciones de muchos ciudadanos. Pero la ayuda de las instituciones seguía sin llegar, lo que llevó a Monturiol a dirigir una carta a la nación explicando y solicitando ayuda. En la carta, escrita el 2 de abril de 1862, se podía leer:
“El Gobierno no se atreve a acometerla (la navegación submarina), y sin embargo por ella pudiéramos hacer de nuestra patria la primera de las naciones marítimas del globo (…).
¡Ah! Si los españoles aceptaran la responsabilidad que ha declinado el Gobierno, ¡con qué entusiasmo me lanzaría a una empresa que habría merecido la aprobación de mis compatriotas y de quienes habría recibido la fuerza moral y el impulso positivo! En estos momentos deseo que se decida de la vida o muerte del Ictíneo: si la suscripción se abre en todas partes, el Ictíneo se salva. ¿Quién no comprenderá que debo pedir a todos una pequeñísima parte de sus sobrantes?”.
Monturiol constituyó una sociedad por acciones con el objeto de construir un segundo Ictíneo perfeccionado y aumentado, lo que consiguió tras dos años de trabajo. Este segundo ingenio estaba dotado de motor.
El Ampurdanés, periódico de la localidad natal de Monturiol, recogía con estas palabras el éxito de la botadura del Ictíneo II el 2 de octubre de 1864:
“El domingo a la una menos cuarto se botó el nuevo Ictíneo con toda felicidad. Una explosión de vivas y aplausos le acompañaba mientras hendía majestuosamente las aguas (…). Tu segundo Ictíneo será un elemento poderoso de guerra que nuestra nación se apresurará a adoptar desde luego, así como una máquina industrial que más o menos tarde dará irremisiblemente sus frutos (…). ¡Sí, sí!, gritamos también nosotros; sí, sí, nuestros corazones nos lo aseguran y con nosotros responden casi todos los figuerenses, sí, sí, el Ictíneo será tu gloria, Monturiol, nuestra gloria y la gloria de España, gloria cuyo monumento te levantará la patria, cuando la opinión pública no se vea escamoteada”.
A pesar del entusiasmo inicial la desidia gubernamental, el cansancio de quienes habían aportado dinero y esfuerzos y la nula rentabilidad acabaron por hacer fracasar los planes de Monturiol, quien, triste y desengañado, decidiría abandonar sus trabajos submarinos.
El Ictíneo II acabaría vendido como chatarra en 1868.
En 1873 Monturiol fue nombrado director de la Fábrica Nacional del Sello y salió elegido diputado a Cortes.
El resto de su vida lo pasó en la soledad y el anonimato.
Murió en Barcelona el 6 de septiembre de 1885.
Sergi Arola
EL COCINERO NOS CUENTA CÓMO VIVIÓ EL MUNDIAL
“La selección ha creado el fútbol del siglo XXI”
Es justo reconocer el trabajo que Vicente del Bosque ha realizado al frente de la selección española. Es el seleccionador ideal. Soy del Barcelona hasta la médula, pero admiro y respeto a Vicente y sobre todo los valores que abandera, tanto en la selección como en su momento en el Madrid.
Como español, estoy contento de que sea nuestro seleccionador. Tanto es así, que tuve claro que España ganaría el Mundial desde que terminó la Eurocopa, es decir, desde el cambio de filosofía de juego.
Cuando visité mi restaurante Arola 23 en Sao Paulo, antes del Mundial, le dije a mi equipo, todo brasileño, que ganaríamos. Cuando volví tras el Mundial, les regalé una camiseta de España, ya con la estrella de campeones.
La final la vi en casa de unos amigos, con cena previa y muy buen rollo. Ver a Casillas levantar la Copa del Mundo fue un estallido de alegría y orgullo. Sentí una emoción inenarrable, casi igual que cuando marcó Iniesta, aunque debo reconocer que sin ser el que más he celebrado, está entre los cinco primeros, tanto de la selección como del Barça.
Si seguimos fieles a nuestro juego, nos olvidamos de aquellas patrañas de La Furia, seguimos jugando con nuestro propio ADN, creando con la cabeza y queriendo el balón, nos irá muy bien. Creo que tanto el Barcelona como la selección han creado el fútbol del siglo XXI, un juego de atletas, que además de talento, tienen cabeza, creatividad, reflejos y frescura.
Hay que aprovecharlo para marcar un ciclo. Si lo conseguimos, no sería descabellado pensar estar en lo más alto los próximos tres Mundiales. Estaré en Maracaná para ver a España en la final del Mundial de Brasil y espero que ganarla.
http://www.marca.com/2011/06/23/futbol/seleccion/1308836305.html
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